Un día después de la navidad del 85 no mudamos al barrio. No
sé por qué mis viejos decidieron
estrenar la casa en esa fecha, sospecho que para no pagar el alquiler del
departamento viejo y corroído que alquilaban en Alvarado al 600 de Bahía Blanca
y así arrancar enero con el pago del crédito hipotecario. Hoy, prefiero pensar
que fue algo mas romántico como arrancar un nuevo año en una nueva casa, en una
nueva vida, saber que cuando terminásemos de acomodar todos nuestros petates estaríamos
celebrando el nuevo año y el sueño cumplido de la casa propia.
No me quiero detener en la descripción de la casa, el barrio
y todas esas cuestiones, porque creo conveniente por la fecha, hacer referencia
a las fiestas de fin de año.
Recuerdo que no estábamos muy acostumbrados a incluir a
nuestros vecinos a nuestra vida cotidiana. El PH de Alvarado estaba en un pasillo con
cuatros departamentos. En el derpa uno vivía la hija del turco. El turco era el
dueño del bar que estaba justo al lado de casa. Recuerdo que era medio amigo de
Carolina? Romina? La nieta del turco, pero entre las familias no había
demasiado trato, solo mi viejo era amigo del turco y no estaba mal. También me
haría amigo del dueño del bar.
Nosotros vivíamos en el departamento dos. Una construcción
antigua, en forma de chorizo con tres habitaciones muy parecidas, de las que
dos eran piezas y una el comedor. Sobre un extremo estaba la cocina y sobre el
otro el baño. Todas las reparticiones, incluyendo el baño, daban al patio.
En el departamento tres, vivía un canillita, su esposa Berta
y dos hijos. No recuerdo el nombre de los pibes, solo recuerdo que la mayor cumplía años un día después que yo y el mas chico se hacía llamar “El Toro”,
porque así lo llamaba su papá.
El departamento cuatro estaba habitado por un hombre mayor.
Nunca supe su nombre, nunca supe a qué se dedicaba. Amable él siempre saludaba
y hay un dato que no quiero pasar por alto, era el único que tenía teléfono,
así que por cualquier emergencia lo molestábamos
para llamar o recibir llamadas.
Resulta que el uno de enero de 1986 a las 00:05 golpean la
puerta dos personas. La puerta estaba abierta, así que luego de golpear entran
y se presentan como los vecinos. Eran Susana y Carlos, los de al lado de casa.
Carlos, un tipo bueno, humilde, tranquilo, muy amigable. Susana igual que Carlos,
pero con una impronta habladora notable y una risa fuerte, pronunciada, difícil
de olvidar.
Un año mas tarde las fiestas tenían otro color. Los vecinos
ya se conocían entre todos, su juntaban a tomar mate, incluso planeaban algunas
movidas para el barrio. De tanto planificar, el 25 de diciembre de 1986, Carlos
sacó un tablón y dos caballetes a la calle, armó una mesa, sacó su equipo de
música y le sumamos dos parlantes marrones, horribles que teníamos en casa de
un viejo tocadiscos. Así fue la primera fiesta de la cuadra. Claro, la
iniciativa fue de nuestra cuadra y de a poco se sumaron mas vecinos, los que
vivían a la vuelta y lindaban con nuestros patios, los de la otra cuadra, en
fin, todos los que querían asistir eran bienvenidos. Cruzaron autos en las
esquinas y se armó el bailongo.
Cada uno llevaba algo para aportar a la causa y lo ponía
directamente sobre la mesa, sidras, vinos, ananá fizz, algún pan dulce. Dejaban
el aporte en el lugar indicado y a bailar.
Nosotros, los mas chicos, nos afanábamos la sidra que
quedaba en las copas. Esa era nuestra trasgresión. También tirábamos algunos petardos
por ahí o pasábamos el rato jugando, no recuerdo a qué, pero si tengo muy
presente que éramos los últimos en irnos a dormir. Nos quedábamos charlando en
la puerta de algunas de las casas, hasta que el primero del grupo de iba a
dormir se iniciaba el efecto domino… no puedo precisar horarios, pero si es por
el recuerdo de niño, podría decirles que nos manteníamos despiertos hasta las
diez de la mañana, pero siendo de noche. Viste que cuando sos chico las
dimensiones son tan diferentes a las que uno tiene cuando es grande. Es mas,
les diría que nos quedábamos despiertos hasta reyes, pero no , claro que no era
así, de hecho no tengo registro de habernos ido a dormir de día.
Para las fiestas del 87, la cosa cambió un poco, porque ya
nos conocíamos mas y también conocimos a algunas vecinas, así que nos sumábamos al
baile para ver si ligábamos algo o para invitar a bailar a la chica que nos
gustaba. Todo quedaba ahí, porque bailar ya era la conquista. Teníamos ocho o nueve años, mucho mas que bailar no se
nos cruzaba en la cabeza. Quizás algún adelantado le confesaba a la piba que
gustaba de ella y luego vendría el silencio de ambos o la risa de la piba ,
pero no mas.
Había un ritual que nunca voy a olvidar y estaba a cargo de
Carlos. El tipo se ponía una botella de sidra en la cabeza y bailaba con
Susana. Todos aplaudíamos. Fascinados pedíamos la repetición de aquel hecho
majestuoso. Imagínate, nosotros, los mas pibes, que apenas podíamos despegar
los pies del suelo, cuando veíamos a este tipo bailar un Rock and roll como si
él fuese el inventor del género y con una botella en la cabeza, flasheabamos,
porque estos tipos eran nuestros superhéroes. Hacían lo que nadie en el
barrio. Armaban una fiesta, venían todos, éramos la cuadra insignia del barrio
y encima un chango te bailaba con una botella en la cabeza, entendes? El tipo bailaba
con una botella en la cabeza!!!.
En esas fiestas hasta mi vieja bailaba! Mi vieja!!! Mis hermanas estaban en otra, porque ya eran mas grandes que yo y tenían
otras inquietudes, para ser mas claro, se juntaban con pibes mas grandes y
bueno…. Entiendo que no pasaba a mayores, porque como mucho tenían doce o trece
años, peeeero, a esa edad te movilizan otras cosas.
Esta costumbre se mantuvo por uno años, luego Carlos no sacó
mas el tablón con los caballetes, mi viejo no movió los parlante de al lado del
tocadiscos. Eso sí, todos salían con las copas a saludar a los vecinos.
Mientras escribo esto pienso que por ahí no volvimos a copar
la calle porque el entusiasmo de la casa nueva ya había cesado, algunos pasaban
las fiestas en la casa de algún familiar, por ahí algunas diferencia entre vecinos,
algún subgrupo que se armó, que sé yo. Cosas de grandes.