Hace unos
días que venimos escuchando quejas sobre la libertad e incluso alguien argumentó que pasaría a la
clandestinidad por decir lo que piensa. Si, pasar a la clandestinidad diciendo
lo que piensa en el programa periodístico
mas visto de la tv argentina.
Hubieron
otros, que en organismos internacionales, denunciaron la falta de libertad de expresión,
aun cuando dicen que pueden escribir lo que piensan, pero que no lo hacen de una manera tranquila,
a qué se refiere Morales Sola con esto? No lo sé, primero habría que saber qué es la intranquilidad que siente cuando en los
medios que trabaja puede decir o escribir lo que piensa.
Claro
está, que la libertad absoluta no
existe, y me atrevería a decir que tampoco se conoce. Acaso alguien puede explicar
que es la libertad absoluta? Creo que no. Si, se podría hablar sobre cómo se ejerce esa
sensación de libertad y cuáles son los limites que el contexto impone, si
impone.
En esta
parte de la historia, el contexto brinda una cuota de libertad mucho mas amplia
que otros momentos y no hablo de los setenta, sino de hace 10 o 15 años.
El
problema radica, en que quienes manejaban el monopolio discursivo indiscutible
en los últimos 30 años en nuestro país, no
estaban acostumbrados a que alguien les retruque sus exposiciones.
La idea
de que la libertad de expresión está en peligro, nace a partir de que una parte de la sociedad,
e incluso funcionarios, se atrevan a confrontar a quienes se consideraron
por mucho tiempo plumas intocables en la redacción de la historia argentina.
Alguna
vez en una sobre mesa, salió el tema del periodismo
ombligo , en el que solo una voz se reproduce con fuerza en la mayoría de
los medios y de otros sectores solo hay como respuesta el silencio o acciones
en función a lo que las estrellas periodísticas dicen.
Resulta
que, de un tiempo a esta parte la cosa no es tan así. Los sectores dominantes
dicen lo que quieren pero encuentran una respuesta, no solo desde el poder político,
también del periodismo y una parte de la sociedad. La falta de costumbre al
debate real los atemoriza.
Terror
sienten cuando un ciudadano de a pie se atreve a discrepar con ellos que se
consideran popes de la palabra escrita y
hablada y no solo eso, sino portadores
de una verdad absoluta, única.
Morales
Sola dijo que prefiere la condena penal a la social ante las calumnias e injurias.
Justo cuando la figura penal en nuestro país en torno a periodismo no existe. A
vuelo de pájaro, puedo pensar que le teme a que en algún momento su sello
pierda valor, pero si voy apenas un poco mas allá, diría que desprecia la idea de que un don nadie, alguien
que antes le servía el café se atreva de a decirle señor, no estoy de acuerdo
con usted.
No hay
mucho que decir sobre los titulares que dicen que no hay libertad de expresión
o que está en peligro. Tan solo con leerlos pierden consistencia. Pero siempre
hay un distraído que piensa que ese cumulo de letras que forma esa oración encuentra
su sentido en el coraje.
En
nuestro país se difaman e insultan funcionarios e incluso a la Presidenta de La
Nación con la misma tranquilidad y libertad con la que publican las
insignificancias de la última página del diario.
La
falta de libertad que denuncian se traduce en el surgimiento de otras voces.
Voces que, aun siendo minoritarias, hacen una construcción de la realidad
diferente, una lectura con otros matices, e incluso desnudan y responden a
quienes se creían propietarios del relato nacional.
No
importa qué canal ves, qué radio escuchas, qué diario lees. Debemos celebrar que ya no hay un monologo monotemático,
que no existe una sola línea de pensamiento que moldea a una sociedad
atravesada por los medios distribuidores de información. Debemos celebrar que
nos atrevemos a discrepar públicamente con quienes nos relatan los hechos,
debemos celebrar que otros medios reflejan lo que sentimos, vivimos y pensamos
y si eso no lo encontramos aun, seguramente con la plena aplicación de la ley
de medios audiovisuales se pueda encontrar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario