La agresión del Diputado Nacional Francisco de Narvaez, al
periodista de la Agencia Nova, fue
noticia en todos los medios. Con algunos matices, todos se hicieron eco. La mayoría
se refirió al agresor como el Pre Candidato a Gobernador de la Prov. De Bs As,
cuando ante todo es Diputado Nacional.
Uno de los enfoques que más me llamó la atención fue el que
argumentaba, que no se puede decir cualquier cosa escudándose en la libertad de
expresión. Luego de repetir una y otra
vez que se repudia la violencia, acudieron a la nota firmada por el periodista
Mario Casalongue y consciente o inconscientemente parte del periodismo justificó el actuar del
Diputado, aun cuando entre comas aseguraban repudiar el acto.
Llamativo pensar que no se puede decir cualquier cosa escudándose
en la libertad de expresión, ya que si algo asegura este derecho es la
posibilidad de decir y publicar lo que sea, ya que hacer uso de esa facultad no lo exime al portador de responsabilidades ulteriores.
Por otro lado, quien puede atribuirse la potestad para esgrimir una serie de
pautas sobre las cuales debe ejercerse la libertad de expresión? Pues nadie.
Solo la justicia tiene esa atribución una vez hecha pública la declaración.
No tiene demasiada importancia lo publicado si se pone sobre
el tapete del accionar de Francisco de Narvaez. Si nos detenemos en el
contenido de la nota estaremos avalando un delito tipificado en el Código
Penal y asumido por el Diputado, sobre otro que debe ser denunciado y puesto de
disposición de las justicia.
El contenido de la
nota de Casalongue no debería de presentado con la misma jerarquización que los
golpes que éste recibió, de ser así,
podría ser entendido como una excusa y a partir de ahí estaríamos aceptando lisa y
llanamente que la frase presentada como Justicia por mano propia tiene algo de
justicia, que golpear a un presunto delincuente pueda ser disfrazado como un linchamiento,
que por cierto hace meses era presentado
por varios medios de comunicación como una práctica social producto de la
ausencia del estado.
El repudio debe ser claro y acentuar que la agresión fue por
parte de un Diputado Nacional y luego la
justicia hará lo suyo sobre lo que el periodista publicó. Pero no hay que
retroceder ni un centímetro en cuanto a la libertad de expresión. Ceder espacio en este terreno y teniendo en cuenta el rol de
de Narvaez, puede implicar un verdadero peligro a futuro para la libertad de
expresión.
Tampoco se trata de tener un comportamiento corporativista
ni evitar polémicas entre pares, sino de interpretar lo sucedido con la gravedad
que amerita y en un párrafo aparte debatir sobre cómo debe entenderse el
periodismo y su ejercicio.