domingo, 27 de octubre de 2013

Gracias!!!




Eran las 9:30 AM. Me levanté temprano para recibir el Censista y abrirle la puerta, a diferencia de una buena parte de vecinos del edificio, que solicitaron una mesa en la planta baja ,  contagiados por las industria del miedo y las operaciones mediáticas que, ya por esos días, solo les interesaba que todo salga mal.
Preparé el mate, prendí la computadora. A diferencia de siempre, que por instinto, leo  páginas informativas, puse música y abrí Facebook. A los segundos de conectarme, Gelly, me pregunta
-        -  Qué Pasó con Nestor?
-          - No sé, recién me levanto. 
-          - Ahh No te enteraste? FALLECIÓ. Me dijo.
No conteste. Desesperado busqué el control remoto de la tele. No podía ser.
Durante horas, estuve frente a la tele, con la compu leyendo noticias, hablando con amigos.
Desde adentro una sensación extraña, algo me apretaba el pecho. Un malestar muy grande crecía y crecía y crecía.
Según algunos medios, muchas personas se hicieron presentes en La Plaza de Mayo, en el obelisco y callaban sobre los indeseables que celebraron con bocinas desde su auto. Pensé, voy a la plaza. Para qué? Me pregunté. Solo quería leer una y otra vez las noticias.
Al otro día no soporté. Debía ir a La Plaza de Mayo. Fui con Nicolas Pompillo, un compañero de la universidad.
Pensamos que podíamos hacer la cola para despedir al Ex Presidente. Pero era imposible, el vallado se extendía por Av. De Mayo hasta 9 de Julio.
Caminamos, nos paramos frente a una pantalla gigante y seguíamos la ceremonia de ahí.
Una vez mas, esa sensación extraña me tomo por completo. Era dolor? Tristeza? Emoción?.
Nico me toma del hombro y me dice – Llore compañero, llore.
Las primeras lágrimas, me explicaron que era tristeza, dolor, emoción y también Identidad.
Estaba siendo testigo y parte de la despedida de un líder que  venció mi escepticismo. Estaba despidiendo a ni mas ni menos, que al hombre despertó del letargo, el ánimo de lucha, el que nos corrió la piedra para dar paso al sol que nos demostraría  que era posible.
Estaba despidiendo al tipo que tenía los mismos enemigos que yo. Una y otra vez, pensaba en lo inoportuna que suele ser la historia.
Hasta ese día, nunca había  pensado  que un tipo  de la política podría provocar tanta cercanía y su partida tanto dolor en mí.
Nunca pensé que, podría llorar a un Ex Presidente.
Tampoco imaginé, que como aquel día, mientras escribo estas insignificantes líneas, me emocionaría nuevamente, que  se pianten nuevamente lagrimones, mientras escucho el  discurso de Asunción de Nestor Kirchner, el 25 de mayo de 2003.

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